La F1 🏎 y un ejemplo sobre la importancia de las cláusulas de confidencialidad

¿Han visto el documental Brawn: The Impossible Formula 1 Story? Se los recomiendo, no solo porque es emocionante desde lo deportivo, sino también desde lo legal.

Sin ánimos de hacerles spoiler, les cuento un episodio político y jurídico de la llamada “escudería de la libra esterlina”.

👉 Contexto: en la crisis de 2008, Honda vendió su equipo de F1 a Ross Brawn y unos inversores. La escudería estaba en quiebra y sin patrocinadores, pero la F1 aún les debía 12 millones de dólares de la temporada anterior.

La F1 se negaba a pagar porque Brawn GP era parte de la FOTA, una asociación de equipos enfrentada con la F1 y la FIA por un nuevo reglamento. La FOTA estaba amenazando con crear un campeonato paralelo y había pactado que ninguno firmaría acuerdos individuales para no debilitar su posición conjunta.

Entonces, Bernie Ecclestone (presidente de la F1) le ofreció a Ross Brawn un trato: entregarle el dinero si firmaba por fuera de la FOTA. Eso ponía al equipo en una encrucijada: salvarse financieramente, pero traicionar a sus aliados.

Brawn firmó. La única protección del acuerdo era una cláusula de confidencialidad que prohibía revelar sus términos.

Pero apenas Brawn salió de la oficina, Ecclestone llamó a los demás equipos y contó lo ocurrido. Su objetivo: sembrar discordia y romper la unidad.

Lo que no previó fue la respuesta de Ross Brawn: al divulgar el trato, Ecclestone violó la cláusula de confidencialidad. Ese incumplimiento le permitió a Brawn declarar nulo el contrato.

⚡ Resultado: Brawn GP conservó los 12 millones y, a la vez, su lealtad a la FOTA. Esta historia muestra que una cláusula de confidencialidad no es un formalismo: puede ser decisiva, al punto de salvar a un equipo… o a una empresa.

Por eso, contar con acompañamiento legal desde la redacción hasta la ejecución de un contrato es clave. Un abogado no solo se asegura de que las cláusulas estén bien estructuradas, sino que también prevé escenarios de incumplimiento y protege los intereses de la parte que representamos.